Desarrollo local: una puerta que se abre desde adentro

noviembre 2020

Desde la concepción conceptual del federalismo fiscal como figura funcional de la descentralización se conoce la importancia que los recursos para promover el desarrollo se gestionen directamente desde los gobiernos locales para la ejecución de muchas de las funciones del Estado. Oates (1977), conocido como el padre de este fenómeno, demostró que la cercanía en la gestión de recursos que se presta con la gestión local presenta algo que podemos llamar “eficiencia por proximidad”, mejorando aspectos relacionados con la satisfacción de necesidades heterogéneas en el territorio, generando incentivos a la innovación y fomentando importantes mejoras en la transparencia y control ciudadano de los recursos.

Esta descentralización no podemos promoverla con escasos recursos que son transferidos desde la administración central, creando dependencia de poderes electos que por definición son diferentes. De hecho, desde inicios del siglo pasado hasta la actualidad, un sinnúmero de estudios ha demostrado la importancia y los efectos de que los ingresos a utilizar de forma descentralizada sean recaudados por los mismos gobiernos locales. Por ejemplo, en 1903 Puviani demostró la existencia de una “ilusión fiscal” refiriéndose a que si los recursos no pagan sus impuestos directamente a la autoridad local se pierde la relación ingreso-gasto y a la vez pierden el sentido de pertenencia de los recursos, provocando poco control ciudadano al gasto local. Así mismo, Okun en 1975 demostró con datos de Estados Unidos que, si los recursos son recaudados directamente por los gobiernos locales en vez de transferidos por la administración central, se aumenta la proporción de gasto destinada a inversión pública local.

Las últimas tendencias en recomendaciones para desarrollo local se enfocan en el desarrollo endógeno. Esta visión promueve la producción local como motor del crecimiento de los gobiernos subnacionales y aprovechando esa “eficiencia por proximidad” que Oates explica bien. Sólo desde adentro se logra la creación de motores de crecimiento sostenibles.

Los argumentos conceptuales de descentralizar para promover el desarrollo local están y han estado ahí, pero nuestro país continúa siendo uno de los menos descentralizados de la región, aún contando con más de 390 administraciones locales. A penas cerca de un 3.5% del total del gasto del gobierno general es ejecutado por los ayuntamientos y distritos municipales, mientras que en la región latinoamericana ese valor anda cerca del 16.4%.

Sin embargo, este proceso no puede darse o proponerse de golpe. Es necesario un acompañamiento desde la autoridad central y desde entes privados especializados en el trabajo en el territorio trabajando directamente desde dos perspectivas. Por un lado, identificando nichos de desarrollo local y sistemas de producción que puedan ser aprovechados por las propias comunidades, a la vez que se identifican políticas de promoción y fomento a estas actividades productivas, se gestiona acompañamiento y financiamiento nacional e internacional para estos fines y se diseñan junto con las comunidades hojas de ruta para avanzar en la consecución de los logros. Por otro lado, generando capacidades en las propias comunidades y en las autoridades locales para hacer sostenibles las iniciativas y crear las bases para iniciar ese proceso de descentralización tan necesaria.

Referencias:
[1] Oates, W. 1977. Federalismo Fiscal
[2] Okun, A. 1975. Equality and Efficiency: The Big Trade-off
[3] Puviani, A. 1903. Teoria della illusione finanziaria]
[4] Vasquez, A. 2000. Desarrollo endógeno y globalización